domingo, 6 de noviembre de 2016

Mi primer Bambú: una Winston 7´6", línea 4.


Acabo de terminar de leer las "Cartas de Lew Stoner". Con seguridad, a pocos  les sonará este nombre. Pero si hubiera dicho, "acabo de leer las cartas de uno de los fundadores de Winston Rods...",  claro, esas  hubieran sido palabras mayores.   Mi afán por descubrir nuevas técnicas, usos y costumbres, y sobre todo, mi deseo de profundizar en la cabeza de estos clásicos, me lleva a leer todo lo que cae en mi manos o que me aconsejan allende de nuestras fronteras. En este caso, allende los mares. Junto a estos libros, como un ritual, siempre me acompaña mi primera caña de bambú: una Winston 7´6", línea 4, de tres tramos. 


La liturgia siempre es la misma. Abro el tubo, admiro sus esencias, y durante la lectura utilizo el tramo inferior como batuta de inspiración y fantasía. Unas veces me transporta a los ríos mágicos del Pirineo. Otras me eleva sobre los anchos tramos  de los ríos leoneses. Y la mayor parte del tiempo, me acerca o a los Apeninos italianos, o a los "spring creek" franceses, o a los inexplorados arroyos de Nueva Zelanda. Quizá por la celebración de mi 15th aniversario como pescador con caña de bambú, o  por el afán de encontrar algo nuevo, un detalle que me haga ser un mejor artesano y pescador de este tipo de cañas, he leído y releído a Vincent Marinaro, a E.W. Edwards, a Howell, a Everett Garrisson, a H.B. Carmichael, y ahora, a Lew Stoner. Unos clásicos de la pesca con bambú.

 

En 1999, visité Twin Bridges, Montana, y me acerqué al edificio de Winston Rods, con el objetivo de conocer a Mr. Winston. Había pescado  sus cañas durante 8 años, y deseaba fervientemente conocerle, hablarle de España y de sus ríos, además de darle la enhorabuena por esas IM6 verde esmeralda que tantas alegrías me daban en mis largas jornadas de pesca. Aprovechando un viaje profesional a Houston, me regalé unos días de vacaciones para dar el salto al estado-paraíso de la pesca de la trucha en USA. Una vez allí alquilé un coche y me presenté a las puertas de su fábrica. La visita VIP fue gestionada por Glenn Brackett, entonces alguien desconocido para mi. En aquellos años, además de ser co-director de la compañía junto a Tom Morgan , Glenn también era el responsable de hacer todas las cañas de bambú de Winston Rods, y uno de los mejores montadores con bambú de todos los tiempos.


 A lo largo de la visita, seguí sus explicaciones pausadas y precisas sobre los diferentes pasos en la fabricación de una caña de grafito. Pero no fue hasta el final, cuando me introdujo en su personal taller artesanal de dónde salía las tan codiciadas cañas de bambú Tonkin de Winston. Entre restos de este material, polvo de corcho y piezas de  madera,  me introdujo en los misterios de una técnica centenaria totalmente nueva para mí, y que me haría cambiar la perspectiva de lo que representaba las ideas preconcebidas de la pesca a mosca. Me entregó sus secretos y me deleitó con sus esencias: "no importa tanto el tamaño o la cantidad de lo que pesques, sino el cómo lo pesques", era su mantra. Salí de allí impregnado de ese olor a barniz que todo lo envuelve, y soñando con tener una pieza realizada por sus manos. Tras lanzar varios modelos de prueba que tenían en el almacén, compré una "reserva" de caña (sí, reserva de caña porque no estaba hecha y me debía incorporar a una lista de espera de más de un año) para una de 7´6", línea 4, apta para los ríos que solía pescar más veces en España, sobre todo para mosca seca. Era y es una caña bastante ligera para los cánones que nos tiene acostumbrado el bambú. Lanza tanto una DT 4 como una DT3 o una WF5. Te hace sentir en profundidad las cabriolas de las pequeñas farios de Pirineos, y a la vez es capaz de sujetar y controlar una vieja pintona del Tormes, capturada en un hilo del 0,10. En definitiva, un deseo de coleccionistas.


Durante el 2016 se ha cumplido el aniversarios de esta, mi primera caña de bambú, hecha por un maestro como Glenn Brackett y concebida durante una maravillosa visita a Twin Bridges, Montana. Que dure una eternidad.


P,D.: He dejado para el final la aclaración siguiente. NO EXISTE NINGÚN Mr. WINSTON. El nombre de la empresa se debe a la unión de las iniciales de los dos socios fundadores y primeros dueños de la compañía: Robert WINther y Lew STONer.  Por supuesto, fui corregido por mi amigo Glenn Bracket durante aquella visita de 1999.