jueves, 26 de marzo de 2015

No es país para viejos: la “Pheasant Tail”

    Una de las cosas que más me sorprende de nuestro vieja piel de toro, es el afán que tenemos todos los españoles de estar a la última, de ser los más modernos y aparentar, despreciando el pasado más cercano. Nos ocurre con los coches, con el móvil, con las casas e incluso con el vino. No tenemos término medio. Pasamos del blanco al negro, olvidando que entre ambos hay muchos tonos de grises. Y pensamos que lo antiguo es obsoleto y de peor calidad, quizás algo inútil para los tiempos que vivimos.


    Esta misma sensación la tengo en lo últimos tiempos con la pesca a ninfa, y en especial, con la tan manoseada pesca al hilo con perdigón. Parece que las demás técnicas son poco eficaces, y  han llegado a desaparecer del repertorio de muchos pescadores a mosca. Lo podéis corroborar a lo largo de esta próxima temporada: habrá pocos mosqueros en el río, y menos entre los pescadores recién llegados, que pesque con ninfas tradicionales. La floreada primavera pasada, tentando el tramo libre sin muerte del río Gallo, encontré a dos pescadores penitentes afanados en desenganchar de las múltiples  ovas del río, un par de perdigones que estaban atados a un hilo del 8X. Les ayudé a solucionar el problema mientras hilaba la hebra con lo bien que bajaba el río, con las pesca a pez visto, con lo difícil que es pescar entre ranúnculos,…, cuando una fario se cebó a emergentes varios metros más arriba. Les animé a cambiar de mosca y a probar suerte. Cuál fue mi desazón cuando uno de ellos me dijo que sólo llevaban nylon, que la segunda caña preparada la habían dejado en el coche por no cargar con ella todo el día, y dicho y hecho, se acercó a hurtadillas y lanzó de nuevo el perdigón oliva, rompiendo la postura de la trucha y volviendo a enredar en las ocas del fondo. Incrédulo, les desee suerte y continué con mi ninfa de poco peso sacando truchas a ceba vista ¿Queréis otra muestra? Desde que di de alta mi página “facebook” me he visto invadido por miles de duchos montadores al uso o por noveles y jóvenes iniciados en el menester de mezclar hilo, pluma y anzuelo. Es sumamente enriquecedor, sobre todo cuando veo que comparten mi misma pasión por la creación de imitaciones de insectos del río. De ellos, el 30% han creado secas o emergentes en general, y del resto, el 80% solo crea o inventa perdigones. Debe ser un afán por emular a las estrellas de la competición en la pesca a mosca, aunque no puedo negar la efectividad de estos engaños a la hora de sacar del fondo a las aletargadas truchas de nuestros ríos, sobre todo cuando no hay eclosiones visibles.

Primera versión de ninfa "Pheasant Tail"
    En mi caso y desde hace muchos años, la falta de eclosiones la suplo con una ninfa PT hecha sólo con cola de faisán e hilo de cobre. Puedo cambiar los tonos, y alguna vez añado una bola dorada para profundizar más rápidamente en los rabiones, pero suele ser la excepción. ¡Cuántas veces me han preguntado desde la orilla del río lo que  llevaba atado en mi puntal, mientras sacaba alguna que otra trucha más que la mayoría! Y cuando les decía que una “Pheasant Tail” o PT, me miraban con incredulidad. Esta mosca me ha dado el mayor número de satisfacciones (si exceptuamos a la Adams Parachute en seca) cuando la pesco como ninfa o como emergente, a cualquier profundidad, y en cualquier mes de la temporada. Y sobre todo, es mortal a trucha vista.  Es el engaño perfecto: delicado, fino, suave al tacto y de un color que abunda en todas nuestras masas de agua. Su creador,  Frank Sawyer, afirmaba que la pesca a ninfa a trucha vista era la manera más fascinante de todos los clases de pesca. Y que incluso durante los duros calores del verano, cuando el sol  está alto y el nivel de agua es bajo, y cuando se reúnen  las mejores condiciones para ver un pez en sus posturas, afirmaba que este tipo de pesca era el más difícil arte de pesca a mosca. Sawyer estudió los hábitos de las truchas del Test y del Avon, en Inglaterra, y en sus limpias y cristalinas aguas observaba los comportamientos de las ninfas antes de eclosionar, tomando nota de  su alto contraste con respecto al entorno, y sobre todo de su inerte falta de movimiento al dejarse arrastrar por la corriente. Estas observaciones rompía moldes y contradecía todo lo descrito con anterioridad, y para demostrarlo, creó la imitación “Pheasant Tail”, basada en su favorita mosca seca: la “Pheasant Tail Red Spinner”. La artificial era pescada o en el fondo, imitando las ninfas todavía sin eclosionar que se desplazan por la corriente en el río con sus patas pegadas al cuerpo y con un pronunciado saco alar, o en la misma superficie, cuando una eclosión ya estaba ocurriendo. Sawyer quería una imitación que fuera transluciente a la luz y que además diera halos de brillo para simular el efecto del aire en el interior de una exuvia de mosca a punto de emerger. Eso lo consiguió con los materiales disponibles entonces: fibras de faisán e hilo de cobre.

Ninfas: Bocetos de Sawyer

Ninfas de Sawyer válidas para cualquier río calcáreo de la península
    En sus memorias dice que tardó más de seis meses en conseguir el diseño idóneo para engañar a las truchas. Si pensamos que era el guarda del río Avon y que pescaba todos los días del año, es un tiempo más que suficiente para asegurar la efectividad de la PT. Y  afirmaba que esta imitación se debía lanzar con tanta suavidad y delicadeza como si fuera una seca, siendo la clave para el éxito la forma, el color y el tamaño.

Mis variaciones sobre la PT o ninfa hecha con cola de faisán
    Quizá los pescadores que nos hemos formado en el difícil arte de engañar una trucha en los ríos calcáreos de la meseta, ya sea Tajo, Gallo, Cabriel, Ucero o Avion, apreciemos lo que una ninfa como la “Pheasant Tail” puede hacer. A media profundidad yo he visto peces moverse hasta cuatro metros para tomar una imitación montada en un #16. Pescada en tandem, una oliva en seca como señalizador en un #16 junto a una ninfa en un #18, hace estragos en esas truchas recelosas que saben y han visto de todo. Usando un “furled leader” con punta en identificador de picada, y con 60cm de fluorocarbono, registro las tablas y parados de muchos  super-famosos ríos leoneses, tentando una y otra vez a las truchas que recorren erráticamente  los fondos, y dándome la mayoría de las veces, magníficas capturas. Y como ocurría hace 80 años, la clave está en la forma, el color y en el tamaño.
Mi caja de ninfas sin perdigones...diferentes formas, tamaños y colores.

Furled leader con identificador de picada + 60cm de fluorocarbono + ninfa PT
    Yo las monto tradicionales al estilo Sawyer, en anzuelo recto y con hilo de cobre fino; al estilo emergente, con anzuelo curvo y con saco alar brillante; pesadas con cabeza dorada o cobriza para darlas más peso; con patas de faisán o con perdiz; pero ninguna es más elegante, lisa y fácil de penetrar en la superficie del agua, que la original hecha con hilo de cobre. Cualquiera de ellas me ha dado buenos resultados, aunque yo soy de los que consideran que lo menos complejo en el torno de montaje, respetando las reglas de proporción y atracción de la trucha, es lo más eficaz para engañarla. Las hago en anzuelos desde un #14 hasta un #20, utilizando todos los tamaños y formas según avanza la temporada. La manera de montarlas las podéis encontrar en cualquier libro o página web, y la imaginación para innovarla no tiene límites.

Mi montaje favorito
    Hay un libro llamado “Fly-Fishing the Montana Spring Creeks”, de John Mingo que me fascinó por las técnicas simples pero eficaces que utiliza para engañar a truchas de 2 kilos o más en ríos calcáreos americanos. Con un equipo básico, Winston IM6, línea del #4 y más de diez variantes de la “Pheasant Tail”, este viejo guía americano es capaz de solucionar cualquier eclosión que se le presente en el río. No tiene trucos ni complicaciones: lo tradicional, mil veces probado, es lo que vale una vez más.

    Dicho todo esto, no estoy en contra de los perdigones. Es más, llevo una caja en mi morral con cinco o seis variantes para ser usada en cualquier momento, y he de reconocer que me han dado recompensa cuando nada más parecía funcionar en el río. Sin embargo, creo que aquellos noveles que se incorporen a este maravilloso mundo de la pesca a mosca deberían tener otras opciones en su arsenal, y debemos enseñarles que no por ser modelos antiquísimos (la “Pheasant Tail” tiene casi 100 años) tienen algo que desmerecer para tentar a nuestras queridas pintonas. Y para los más caducos mosqueros y competidores, breados en mil y una batallas, recordarles que hay que volver a leer a los clásicos pescadores de ninfa para que vean que no sólo de perdigones vive el hombre, y que este sí “es un país para viejos”.